El siglo
XIX es, en España, el siglo de los himnos.
Ya en
1808 aparece el Himno de la Victoria, con letra del poeta
Arriaza y música de Fernando Sor.
En 1809
se impone el titulado Los defensores de la Patria y año
tras año se van subrayando los diversos acontecimientos
históricos con otros himnos, de los que se recuerdan:
A las víctimas del dos de mayo, con letra de Juan Nicasio
Gallego y música de Rodríguez Ledesma; A la
entrada del Duque de la Victoria a Cádiz; Al pendón
morado; Al restablecimiento de la Constitución, etc.
Existió
también, y fue muy popular, el Trágala, con
el que los liberales zaherían a sus adversarios absolutistas
y que tomó su nombre del estribillo: "Trágala,
trágala, tú servilón" y que ha dado
lugar a un sustantivo registrado en el Diccionario de la Real
Academia Española. Otro, la Marcha de Cádiz,
se convirtió en himno popular durante la guerra de
Cuba y no son pocos los que habrán oído el Gloria
a España, de Clavé.
Pero de
todos estos himnos, nacidos la mayoría de ellos en
los azarosos días del absolutismo y por tanto invocaciones
a la libertad perdida, el de Riego, a Riego, como escribieron
sus autores, es el que ha tenido mayor fortuna. Tanta que
muy pronto, el 7 de abril de 1822, fue declarado oficialmente
himno nacional. Himno que no sólo entonaron los liberales
y luego los republicanos, sino también el propio Fernando
VII, desde uno de los balcones del Palacio Real de Madrid
ante un enfervorecida multitud.
Así
mismo, el Himno de Riego fue proclamado himno y marcha oficial
de la Segunda República española, a pesar de
ciertas resistencias que consideraban su música ramplona
y poco adaptada las circunstancias. Por ello, la noche del
27 de abril de 1931 se dio a conocer en el Ateneo madrileño
una composición con letra de Antonio Machado y música
de Oscar Esplá, dos hombres prestigiosos, con el fin
de que fuera declarado himno nacional. La interpretaron ante
la presencia de Don Manuel Azaña, ateneísta
de pro y futuro presidente de la República, la entonces
famosa cantante Laura Nieto y la prestigiosa Banda Real del
Cuerpo de Alarbaderos, ya suprimida y cuyos maestros vestían
el clásico esmoquin.
Al día
siguiente del estreno, el diario El Sol, de tan destacada
influencia, opinó que "si se desecha el actual
himno (se refería a la Marcha Real) no debe ser aceptado
ninguno de los conocidos hasta ahora, pues son muy malos.
El que ayer ejecutó la Banda de Alarbaderos, convertida
en banda republicana, original del maestro Esplá, es
una pieza poco inspirada, basada en la opereta El desfile
del amor".
La realidad
es que este nuevo himno carecía de esa solemnidad marcial
y de esa garra popular y cierta pegadiza sonoridad que debe
tener toda composición que aspire a convertirse en
himno de una colectividad. Por ello, y gracias a la insistencia
de Azaña, que se consideró heredero de los liberales
del siglo XIX, el himno de Riego fue proclamado oficialmente
himno de la República española.
Así,
y por dos períodos liberales y progresistas, ha sido
el himno de todos los españoles. "El Himno de
Riego -escribió Pío Baroja-, no cuajó
en la segunda república porque carecía de relación,
exacta o aproximada, con ella. El himno, decía, es
callejero y saltarín; la República fue sesuda
y jurídica. La República no era heredera de
los hijos del liberalismo; Mina, Riego, el Empecinado, sino
más bien obra de los hijos espirituales de Salmerón,
Pi y Margall y Ruiz Zorrilla." El novelista vasco atribuye
este fracaso a la letra. Los liberales, escribe, no supieron
adaptar las palabras a cada momento histórico y pecaron
de académicos o de ramplones y llega a sentenciar:
"Hay que reconocer que oficialmente y popularmente, no
tiene letra".
Sin embargo,
el Himno de Riego tuvo letra desde su nacimiento en febrero
de 1820, y fue adaptando muchas más a lo largo del
tiempo. Su primer autor fue el compañero de Riego y
figura relevante a lo largo del siglo XIX, Evaristo San Miguel.
Asturiano como Riego, liberal y escritor, tenía como
el autor del levantamiento en Las Cabezas de San Juan, alma
ardiente y un espíritu exaltado.
Esta letra
que ha llegado hasta nosotros, se encuentra recogida en el
opúsculo que "el ciudadano Mariano Cabreriza dedica
al ciudadano Riego y a los valientes que han seguido sus huellas",
donde se recopilan una colección de canciones patrióticas
de la época.
(Por
supuesto existen otras letras, de todo tipo, que no voy a
reproducir aquí. Quizá la más conocida
sea una claramente anticlerical.)
Muy distinto
es el caso del autor o los autores de la música.
La mayoría
de los historiadores da como autor a don José María
de Reart y Copons, militar heroico que había servido
en el Ejército español y perdió una pierna
durante la guerra de la Independencia, (aunque
hay otros posibles autores).
Lo curioso
es que cuando en el verano de 1939, los del valle de Benasque
intentaron danzar su tipica musiquilla, las autoridades franquistas
se lo prohibieron, ya que les pareció totalmente el
republicano Himno de Riego. Los del valle manifestaron entonces
que ellos nunca bailaron el popular Himno, sino que, por el
contrario, fue el famoso general asturiano el que había
copiado y adaptado su música para servir a la revolución
liberal.
¿Qué
hay de cierto en toda esta historia?
http://www.izqrepublicana.es/documentacion/riego.htm